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You belong with me - Cap. 42

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SÉPTIMO AÑO

Volver a Hogwarts siempre se había sentido como volver a casa, pero Lily no recordaba nunca haber deseado regresar con tantas ansias como aquel año. El sonido de las ruedas de su baúl acompañaba al de sus pasos ansiosos, que la llevaban con prisa a través de la estación, a pesar de que aún era temprano. El leve e inexplicable fantasma de una sonrisa bailaba en sus labios, respondiendo a lo que fuera que pasara por su mente mientras recorría King's Cross. A medida que se acercaba a la plataforma 9 ¾ , su corazón latía cada vez a mayor velocidad, y si bien pretendía no comprender la razón, en el fondo sabía a qué se debía su alegría impaciente.
Tras atravesar la barrera mágica, sus ojos verdes barrieron el andén, pero entre los rostros de estudiantes y parientes - algunos familiares y otros no – no divisó al de ninguno de sus amigos.

Volvió a echar un vistazo a su reloj de pulsera: aún era temprano. Intentó apaciguar su ansiedad, caminando con mayor lentitud hacia el tren, arrastrando el baúl tras de sí; después de todo, antes de verlo tenía que cumplir con sus deberes de prefecta. No, de prefecta no, se recordó: con sus deberes de Premio Anual. Ahora su responsabilidad era mayor y tenía que dar el ejemplo, por lo que Lily no cedió a la tentación de recorrer todo el tren en busca de sus amigos (que probablemente ni siquiera habían llegado aún), sino que se dirigió directamente al vagón de prefectos. A fin de cuentas, que estuviera enamorada no quería decir que tuviera que dejar de ser responsable. Tan ansiosa estaba que su mente ni siquiera registró que acababa de admitir que estaba enamorada.

El bullicio del andén disminuyó un poco al subir al Expreso de Hogwarts, que aún estaba casi vacío, y no tuvo dificultad para abrirse paso a través del pasillo. Supuso que sería la primera en llegar; ni siquiera los prefectos nuevos solían ser tan puntuales. Quizás podría dejar su baúl allí y luego darse una vuelta por los compartimientos, sólo por si acaso él había decidido llegar temprano. Se reprendió mentalmente: hacía días que no podía pensar en otra cosa que no fuera en él. Hiciera lo que hiciese, no tardaba en encontrarse a sí misma perdida en sus pensamientos, ya fuera reviviendo algún momento pasado con él, recordando algo que le había dicho, o simplemente soñando con las motitas oscuras de sus ojos avellana.

Lily siempre había sido romántica, pero también siempre se había considerado una mujer independiente, censurando y juzgando a las chicas que, en la vida real, se comportaban como si estuvieran en una comedia rosa. No que fuera malo estar perdidamente enamorada, pero le parecía un poco ridículo eso de estar pensando constantemente en otra persona, como si esas mujeres dependieran de sus novios para seguir respirando. Sí, era romántico verlo en una película, pero no en la realidad. Sólo ahora Lily estaba comenzando a comprenderlas. No era que perdieran su dependencia por estar enamoradas, no era que su vida se moviera en torno a un hombre porque no tenía sentido de otro modo, ni porque su felicidad dependiera de ellos; sino que, conservando esa independencia e individualidad, elegían estar con la persona que las complementaba, acompañaba, que las hacía felices. No era que necesitaran estar con la otra persona, sino que querían hacerlo. Y bueno, en casi todos los casos, por molesto que pueda sonar, los primeros meses de enamoramiento consisten en comportarse, sí, como una idiota sin remedio.

Y en eso estaba, filosofando acerca del amor y el romanticismo, cuando llegó al vagón de prefectos. Abrió la puerta distraídamente y dio un respingo al ver que había alguien dentro. Al oírla entrar, ese alguien se paró de un salto, desordenándose el cabello con una mano y exhibiendo una sonrisa tan amplia que parecía imposible. La pelirroja estaba tan desconcertada que no supo reaccionar, y simplemente se quedó allí parada, mirándolo con perplejidad. La sonrisa del chico flaqueó un poco, y su mano volvió a revolver su cabello con una inseguridad nerviosa muy poco característica.

"¿James?" La pelirroja fue finalmente capaz de pronunciar, aún parada a unos pasos de distancia, con el baúl a mitad de camino entre el pasillo y el compartimiento.

"Hola, Lily," saludó el chico con una despreocupación ligeramente ensayada. La mano del chico volvió a saltar a su cabello y la pelirroja sonrió sin notarlo. "Uhm, debo admitir que esperaba un poquito más de emoción por tu parte." Admitió, riendo un poco para ocultar su desilusión. Aquello pareció despertar por fin a Lily, que repentinamente sonrió con desbordante alegría, dejando caer su equipaje – que dio un golpe sordo al tocar el suelo, acompañado por un chillido enojado de Arya – y corriendo hacia el moreno.

"¡James!" Exclamó justo antes de rodear su cuello con sus brazos (mientras los de él rodeaban su cintura), para luego plantarle un entusiasta y apasionado beso en los labios. El chico rió contra su boca, y ella se apartó un poco con una sonrisa, sin soltar su cuello.

"Bueno, a eso me refería," Comentó James, besándola brevemente y acariciando su cintura. "Felicitaciones, Premio Anual."

"Gracias," comentó la pelirroja, jugueteando con un mechón de cabello algo largo que caía sobre la parte superior del cuello del chico. "Pero, ¿qué haces tú aquí? No que no me alegre de verte," se apresuró a aclarar, haciéndolo sonreír, "Es sólo que no esperaba verte hasta más tarde."

James la soltó sólo por un momento para señalar la brillante insignia sobre su pecho, y luego volvió a envolverla entre sus brazos, como si temiera que ella fuera a escapar si no lo hacía. "Tú también deberías felicitarme." Dijo.

"¿Tú? ¿No Remus?" Preguntó extrañada, y James rió, encogiéndose de hombros.

"Cosas de Dumbledore," respondió, quitándole importancia. "Yo también esperaba que fuera Remus, pero ha parecido casi aliviado cuando la insignia me llegó a mí."

"Já, ha sido inteligente por parte de Dumbledore," Dijo Lily, alzando las cejas. "Ahora que eres un ejemplo para los más jóvenes no podrás meterte en tantos problemas."

El chico recorrió un lado de su rostro con un dedo, para luego depositar un rizo rojo tras su diminuta oreja.

"Ay, Lily, Lily," dijo con exagerada condescendencia, haciéndola poner los ojos en blanco. "Lo único que eso significa es que no deben atraparme causando problemas." Muy a su pesar, la pelirroja sonrió, y él se inclinó para besar esa irresistible boca.

"¿Has hablado con tus amigos?" Preguntó James cuando se separaron por un momento, acariciando su espalda rítmicamente con una mano y su cintura con la otra.

"¿Mmm?" Murmuró Lily, cerrando los ojos con el rostro enterrado en el pecho de James, disfrutando las caricias. El chico rió entre dientes y repitió la pregunta. "No," contestó Lily con voz soñolienta, levantando la cabeza y dándole un suave beso entre la oreja y la mandíbula. "Me ha parecido que lo mejor era comentárselos cuando los viera; van a hacer un escándalo de todas formas, pero no creí necesario adelantarlo." James rió y besó su pelo, diciendo contra él:

"Probablemente tengas razón."

"¿Qué hay de ti?" Preguntó la pelirroja, volviendo a levantar la cabeza. James alzó las cejas.

"Yo tampoco." Dijo brevemente, y Lily levantó una ceja.

"Sí, te creo." Replicó, con todo el sarcasmo del que fue capaz.

"Quizás, quizáaas se lo mencioné a Sirius." Admitió, depositando un beso en su frente

"Y a Remus." Agregó Lily, mientras él besaba el puente de su nariz, y luego una mejilla, y luego la otra.

"Y a Peter." Cedió James, besando su boca y luego su frente otra vez, haciéndola reír.

"Dime que al menos esperaste a llegar a casa antes de contárselo a Padfoot." Dijo, poniendo juguetonamente sus dedos medio e índice sobre los labios de James cuando éste intento besar su mejilla de nuevo. Él sonrió inocentemente.

"¿Recuerdas aquel espejo comunicador…?" Ella rió, tirando de él para volverlo a besar.

Lily sonrió cuando los brazos de James la apretaron incluso más contra su cuerpo, y ella misma se colgó de él con más fuerza, acariciando la base de su cuello mientras sus bocas se besaban recuperando el tiempo perdido. Ambos notaron cómo sus cuerpos encajaban perfectamente, y lo natural que se sentía estar tan cerca el uno del otro, aún cuando estuvieran "saliendo" hacía sólo unas semanas, y aún cuando no hubieran hablado concretamente acerca de su relación. Así es como debían ser las cosas, se dijo James mientras besaba el cuello de Lily para luego volver a sus labios; así era como siempre había sabido que debía ser. Siempre estuvo en lo cierto se dijo Lily, suspirando audiblemente antes de que sus labios volvieran a verse atrapados por los de James: Así es como siempre debió ser.

Un grito ahogado y un golpe seco los distrajeron e hicieron separarse, como si repentinamente hubieran tomado conciencia de dónde se encontraban. Al mirar hacia el suelo se encontraron con una prefecta morena que había tropezado con el baúl de la pelirroja.

"¡Oh, Merlín, lo siento mucho!" Exclamó Lily, apresurándose a acercarse a la chica, quien se levantó rápidamente antes de que la pelirroja pudiera alcanzarla, mientras James levantaba el baúl y lo ubicaba en un lugar adecuado.

"Lo siento, ya me iba," contestó la chica rápidamente, evidenciando que los había visto besarse. Sólo entonces Lily reparó en que la morena era Leila Corner, la temperamental Gryffindor que en un arranque de celos la había dejado con una chamuscada - y pobremente cortada – cabellera. Por un breve segundo le echó una mirada fulminante: le había costado muchísimo perdonarle aquello, aún cuando había tenido que ver su bonito rostro, rellena boca e irritantemente respingada nariz durante todo el año pasado en las reuniones de prefectos. La chica rara vez le dirigía la palabra, y cada vez que lo hacía evitaba mirarla a los ojos, como estaba haciendo ahora. Lily suspiró resignada; aunque le costara admitirlo y aunque hubiera sido un comportamiento completamente censurable, comprendía por qué había hecho lo que había hecho, y no podía seguir guardándole rencor.

"No, no, no te preocupes," dijo con suavidad, sonriéndole con honestidad. "Los demás prefectos deben estar por llegar."

La chica la miró con ligera desconfianza, pero entró al compartimiento, sentándose con las piernas muy juntas y los labios apretados, mirando un punto fijo en la pared al otro lado del vagón, intentando darle algo de 'privacidad' a la reciente pareja.

Efectivamente, los demás prefectos no tardaron en llegar, y Lily notó cómo Remus no mencionó absolutamente nada acerca de ella y James: si hubiera sido Sirius, probablemente hubiera hecho alguna alusión al respecto, pero el chico pretendió no tener idea de lo que había ocurrido entre ellos.

Lily agradeció que James guardara las distancias cuando llegaron los demás: no estaba lista para que se supiera que ella y James salían o lo que fuere, aunque no pudo evitar sentirse algo molesta. ¿James no quería que supieran que estaban juntos? Pronto descartó la estúpida idea: sabía que si fuera por el chico, hubiera enviado una carta incluso a Dumbledore para anunciarle que por fin ella había dicho sí. Si guardaba las distancias era porque no quería incomodarla, lo cual era muy comprensivo por su parte. Lily sacudió imperceptiblemente la cabeza y rió: ¿de dónde salían esas tontas ideas paranoicas?

Eli fue el último en llegar, y Lily lo reprendió con la mirada, ya que como Premio Anual de Ravenclaw debía dar el ejemplo. El chico simplemente se encogió de hombros con un guiño y se sentó junto a Remus, dejando que fueran otros los que iniciaran la charla para los nuevos prefectos.

Lo que no notó Lily fue que Eli, perceptivo como era, observaba con suspicacia las pequeñas y casi imperceptibles actitudes que probaban que entre Lily y James había ocurrido algo. La manera en que ella tocaba su brazo para llamar su atención cuando quería decirle algo, el modo en que él colocaba su mano en su baja espalda cuando se inclinaba para contestar, o cómo se miraban al reír.

"Mira tú," comentó a Remus, aunque lo dijo más para sí mismo que para el licántropo. "Esos dos definitivamente se han enrollado." Remus rió, pero no dijo nada. Entonces Eli pareció percatarse de algo.

"¿Estás bien?" Susurró mientras la reunión seguía. El chico lo miró extrañado.

"Sí, ¿por qué?" Antes de terminar de preguntar, Remus comprendió, asintiendo con la cabeza y sonriendo con algo de tristeza. "Debí haber supuesto que ya lo sabías." Eli asintió.

"No ha dejado de llorar desde entonces." Dijo con más dureza de la que pretendía.

"Lo siento." Fue todo lo que pudo responder el licántropo, pero lo dijo con tanta sinceridad y dolor que el tono del Ravenclaw se suavizó al contestar:

"Lo sé. Estará bien, es sólo que no es tan dura como aparenta. Y aunque creo que eres un idiota, entiendo que haces lo que haces porque realmente crees que es lo mejor, así que no te juzgo. No te preocupes por ella, estará bien. Me aseguraré de que lo esté."

"Gracias." No dijo nada más, pero supo que Eli lo entendía. Intentó escuchar lo que fuera que estuviera diciendo el Premio Anual de Hufflepuff entonces, pero su mente no pudo evitar volver a aquel momento…

*Flashback*

Incluso con los ojos gatunos algo hinchados, con la punta de la nariz algo roja por el llanto de días, con la rellena boca semiabierta para respirar, se veía hermosa. Hermosa y despampanante; su pena era la pena de una estrella de cine. Su largo cabello rubio, ligeramente despeinado, no la hacía ver desprolija, sino que añadía el toque perfecto al aire de tristeza que la rodeaba. La delicada manera en que su mano se lo retiró del rostro, perfecta pero no ensayada, terminó por completar la escena, que podría haber sido dramática si no fuera porque Rebecca ya no lloraba. Estaba tranquila, casi en paz.

Tan sólo mirarla le rompió el corazón en pedazos, y por un momento su voluntad también se quebró, pero se contuvo antes de que fuera demasiado tarde.

No habían hablado de la pelea, ni de los acontecimientos recientes: ambos reconocían que habían estado mal y ambos se habían arrepentido y perdonado. De hecho, no habían hablado de nada desde que habían llegado; sólo se miraban. Ambos sabían, también, que no eran necesarias explicaciones, ni disculpas, ni excusas. Lo único que buscaban era algún tipo de cierre.

"¿Tú entiendes que te amo?" Dijo Rebecca entonces, rompiendo el silencio con una voz suave y seria que rara vez se le oía. Con un nudo en la garganta, Remus asintió.

"¿Entiendes que haría lo que fuera por ti?" Preguntó de nuevo, sus ojos clavados en los del chico, que volvió a asentir. Tenía la boca y la garganta demasiado secas como para contestar.

"Pero no cambiarás de opinión." Eso no era una pregunta. Era una afirmación. Ambos lo sabían, ambos sabían que la decisión de Remus era definitiva. Esta vez él no asintió, sólo bajó la cabeza, hasta que ella le tocó la mano con cierta timidez hasta que él volvió a mirarla.

"¿Entiendes por qué me rindo?" Dijo luego de un rato, y por primera vez las lágrimas amenazaron con volver a inundar sus ojos. Remus asintió, aunque él no creía que la chica se estuviera rindiendo. Era él quien había decidido terminar con la relación. Pero para Rebecca, eso era lo que estaba haciendo; se estaba rindiendo, lo estaba abandonando cuando él la necesitaba. Hubo un silencio aún más largo antes de que volviera a susurrar:

"¿Me perdonas por rendirme?" Su voz se quebró al final de la oración, y fue el turno de Remus de estirar la mano para tocarla, aunque dudó en el último minuto, pero la chica entrelazó sus manos antes de que él pudiera retirarla. "No soy lo suficientemente fuerte para soportarlo." Susurró, luchando contra sus emociones.

"Becca…" Empezó él, pero ella negó con la cabeza.

"No, Remus, no quiero que me digas que no hay culpa en rendirse, o que no hay nada que perdonar. Sólo estoy pidiéndote que me perdones, ¿de acuerdo?" Remus asintió y se forzó a decir:

"De acuerdo."

Entonces Becca se levantó, se acomodó un poco la ropa y sonrió, pero no con los ojos. Se acercó a él y le acarició el cabello y la mejilla.

"No es como si no fuéramos a volver a vernos. Aún podemos ser amigos, Moony." Entonces le tomó el rostro con ambas manos y lo besó suavemente en los labios. "Sólo espero que encuentres a alguien más fuerte que yo, y aún más terca que yo, que logre convencerte de lo que vales. Adiós, Remus. Ya nos veremos." Y se dio media vuelta, alejándose de él con su suave contonear de caderas.

"Yo también te amo." Dijo él en un susurro, lo suficientemente fuerte como para que ella lo escuchara. Quizás hubiera sido mejor que no lo hiciera, pero necesitaba que Rebecca lo supiera. La chica se detuvo por sólo un momento – o al menos eso le pareció al licántropo – y luego siguió camino sin mirar atrás. Quizás no lo había escuchado después de todo.

Pero sí lo había oído, y había sido incapaz de seguir conteniendo las lágrimas.

*Fin del flashback*



"¡Eh, Wormtail!" Llamó Sirius, abriendo la puerta del compartimiento en cuanto divisó una cabeza color arena pasar por el pasillo. "¡Aquí!" Los ojitos vidriosos buscaron hasta encontrarlo, y se dirigió hacia donde estaba su amigo con una sonrisa aliviada.

"¿No ha llegado nadie más?" Preguntó mientras Sirius lo ayudaba con su equipaje.

"Sí, pero se han hecho un encantamiento desilusionador, ten cuidado de no sentarte sobre ellos." Replicó el moreno poniendo los ojos en blanco mientras cerraba la puerta. Peter dudó por un segundo pero luego rió. "Vaya, has pillado que era una broma bastante rápido. Bien por ti, Wormy."

"¿Y James?" Inquirió el chico, poniéndose cómodo.

"En el vagón de prefectos; es Premio Anual," empezó a explicar

"¿¡Premio Anual!?"

"Había olvidado que no lo sabías." Comentó, sentándose frente a su amigo y quitándose el cabello de los ojos con despreocupación. Frunció un poco el ceño. "No te hemos visto nada este verano, Wormtail, te hemos extrañado." Fue consciente de que sonó demasiado sensiblero e hizo una mueca. De todas maneras, era verdad, casi ni le habían visto el pelo al chico en las vacaciones, y eso que siempre andaban los cuatro juntos. Pero excusa tras excusa, Peter había declinado las invitaciones a visitarlos, e incluso no había contestado a algunas de sus cartas. "¿Todo está bien?" Preguntó, con sincera preocupación.

"Sí," Contestó Peter, removiéndose un poco incómodo en su asiento. "Sólo he estado un poco ocupado…"

Antes de que Sirius pudiera decir nada, la puerta se abrió de un tirón y Rebecca y Sam entraron, saludando a Peter amistosamente y a Sirius con un "Hola, idiota" pronunciado al unísono.

"También me alegro de verlas." Gruñó el chico, aunque se ahorró las bromas usuales: podía ver que, aún cuando intentara ocultarlo, Rebecca no estaba en su mejor momento. No lo hubiera notado si no hubiera sabido lo que había pasado entre la rubia y Remus, pero quien lo sabía podía ver que en los ojos marrones de la Ravenclaw faltaba el brillo pícaro de siempre.

"Espero que Brianna llegue pronto." Dijo Peter con timidez, y todos lo miraron algo intrigados. "No vas a tardar mucho en hacerlas enfadar, Padfoot." Explicó el chico, logrando que Rebecca soltara una carcajada.

"Buen punto." Reconoció Sam, sonriendo.

"¿Y qué van a hacerme? ¿Cosquillas con sus varitas? Por favor, Wormtail, puedo manejarlas."

Rebecca fingió mirar la hora y levantó la vista hacia Peter "Tenías razón. Menos de cinco minutos." Dijo, sacando la varita, al igual que Sam y Sirius.

"¿No puedo dejarlos solos ni por un segundo?" Todos se giraron hacia la puerta, donde Bree esperaba con los brazos en jarras y una mirada de madre cansada. Sirius guardó su varita y se acercó a Brianna, tomándola de la cintura y acercándola a él para luego besarle la nariz.

"Lo ziento" Dijo con una vocecita que hizo que Sam pusiera los ojos en blanco y Becca fingiera vomitar. Bree negó con la cabeza y el chico la besó con ternura, soltándola para acomodar su baúl.

Bree abrazó a sus amigas y a Peter y se sentó junto a su novio, que le pasó el brazo sobre los hombros y comenzó a juguetear con sus rizos.

"Me empalagan." Anunció Sam, y tanto Sirius como Bree le sacaron la lengua.

"No puedes quejarte," Agregó Becca, mirándola con una sonrisa petulante. "Eres exactamente igual con Eli."

"Cállate."

"No; eres peor." Dijo Sirius. Cuando Sam levantó la mano para hacer un gesto muy poco decoroso al merodeador, la luz que entraba por la ventana hizo brillar algo en su dedo, dejando a todos boquiabiertos.

"¡No me lo puedo creer!" Chilló Bree felizmente, levantándose de un salto mientras Becca, tras gritar un "¿¡Quéeee!?" algo escandaloso, tiraba de su mano con muy poca delicadeza, acercándose el anillo a centímetros de la cara, como si no creyese lo que veía. Sam se sonrojó furiosamente, y más aún cuando al levantar la vista sus ojos se cruzaron con los de Sirius, que pasaron de la sorpresa a un gesto burlón.

"¡No puedo creer que Eli no me lo haya dicho!" Chillaba Becca

"¡Es taaan tierno!" Chillaba Bree

"¿¡Cuándo te lo pidió!?"

"¿Ya han decidido cuándo?"

"¡No puedo creer que Eli no me lo haya dicho!"

"¡Y mira ese anillo!"

"¡No puedo creer que Eli no me lo haya dicho!"

"¡Ya basta, por Merlín!" Rogó Sam, logrando liberar su mano y alejarse de sus amigas, quienes por fin se calmaron un poco y dejaron de hablar.

"Gracias a dios," Suspiró Sirius. "¿Pueden explicarme por qué las voces de las mujeres adquieren ese irritante tono agudo cuando se emocionan? Creo que mis oídos están sangrando."

"Cállate, inútil," replicó Becca con un gesto de la mano, poniendo toda su atención en Samantha. "Cuéntamelo todo."

"No, no vamos a hacer esto." Replicó la chica, cruzándose de brazos, y Bree puso cara de extrema tristeza, volviendo a su lugar junto a Sirius. "No puedo creer que tenga que pasar por esto sin Eli." Agregó Sam dramáticamente, pero sin mal humor. A pesar de que odiara ser el centro de atención, era claro lo feliz que estaba. Estaba comprometida. Wow.

"¿Sabes? Deberían llamar al niño Elvendork." Dijo entonces Sirius casualmente, y Sam giró la cabeza hacia él tan rápido que le dolió el cuello.

"¿QUÉ?"

Rebecca soltó una risita cuando comprendió qué había insinuado Sirius.

"Al niño. Elvendork es un buen nombre." Repitió el chico, aguantando la risa e ignorando la mirada de advertencia de su novia, que también parecía bastante divertida. Sam cerró los ojos por un momento e inspiró hondo, como si requiriera de todo su autocontrol no lanzarse sobre Sirius y desmembrarlo con sus propias manos.

"No estoy embarazada." Dijo con una calma peligrosa, mirando a Sirius a los ojos con una sonrisa letal. "Y no vas a volver a insinuarlo."

"Si es niña también funciona."

Lo único que vale la pena aclarar sobre lo que pasó después es que la primera parada de Sirius al llegar al castillo fue la enfermería.



Lily y los demás no vieron a sus amigos durante todo el viaje, ya que entre las nuevas medidas de seguridad se incluían rondas de prefectos más exhaustivas, y para cuando terminaron, el Expreso de Hogwarts ya estaba llegando al Castillo.

"Estoy hambrienta." Se quejaba Lily, encaminándose junto a Remus a la mesa de Gryffindor; James había desaparecido al divisar a Sirius, mencionando que lo acompañaría a la enfermería.

"Yo también," Admitió Remus: ninguno de los dos había tenido tiempo de comer su ración diaria de chocolate. "Pero sospecho que la ceremonia de selección no durará demasiado hoy."

"Mm, tienes razón. Hay pocos niños de primero este año."

Antes de que pudieran profundizar sobre las razones de ello, divisaron a sus amigos, que les hicieron señas desde sus lugares.

"¡Hola!" Saludó la pelirroja alegremente, abrazando a todos y dejándose caer junto a Bree

"¿Viaje cansador?" Preguntó Sam, sonriendo comprensiva.

"Mucho." Respondió Remus, sentándose también.

Conversaron un poco sobre nimiedades, poniéndose al día con lo que se habían perdido, excepto por el tema más importante:

"¿Eso es un anillo de compromiso?" Preguntó Remus repentinamente, señalando el dedo de Sam, quien lo escondió instintivamente: no es que se avergonzara, pero tampoco quería ser el centro de atención en la mesa de Gryffindor. Antes de que contestara, Lily levantó la vista de su plato (el cual estaba observando con expresión esperanzadora, como si fuera a llenarse de comida de un momento a otro) y clavó sus ojos verdes en el reluciente anillo de su amiga. Su reacción fue muy diferente a la de sus amigas:

"¡Oh, Sam! ¡Me alegro tanto por ustedes!" Lo dijo con voz queda pero cargada de emoción, y lágrimas de alegría que no derramó escocieron en sus ojos.

"Felicitaciones." La secundó el licántropo con una amplia sonrisa sincera. Sam se sonrojó y se corrió el flequillo de los ojos con una sonrisa.

"Gracias," dijo, incapaz de ocultar su alegría. "De todas formas, vamos a esperar unos años," Aclaró, hablando por fin al respecto: las reacciones de Lily y Remus le daban muchas más ganas de hacerlo que los chillidos de sus amigas y las bromas de Sirius. "Uno o dos, no demasiado."

En ese momento llegó Sirius, que se dejó caer junto a Lily, palmeando a Remus en el hombro al pasar junto a él y dando un sonoro beso y un abrazo a la pelirroja, dejándose caer junto a ella. No se le pasó la mirada de complicidad que le lanzó, pero la ignoró con completa deliberación.

"¿De qué estamos hablando?" Preguntó, apoyando los codos sobre la mesa. Por toda respuesta, Lily señaló el anillo de Sam, y el moreno se cuidó de no hacer absolutamente ninguna broma al respecto.

"Oh, ya veo." Dijo, haciendo reír a Bree y Peter.

"¡Wow, felicitaciones!" Exclamó la voz de James tras Lily, haciéndola sobresaltar. "No me sorprende demasiado, la verdad." Dijo, sonriendo a Sam y saludando a los demás con la mano. "Ya tendré que felicitar a Eli. Hola de nuevo, Lils." Y casualmente, la besó, para luego sentarse junto a ella sin darse cuenta de la reacción que acababa de provocar en Samantha y Brianna, que los miraban con los ojos abiertos como platos. Lo cierto es que Lily también estaba bastante sorprendida: no se esperaba esa abierta demostración de cariño en medio del Gran Salón cuando ella se había cuidado de no mencionarlo incluso a sus amigos. El cerebro de James tardó unos segundos en procesar lo que acababa de hacer.

"Oh. Por. Dios." Dijo Bree con voz contenida, pero era evidente que estaba a punto de ponerse a saltar y chillar de alegría. "Oh. Por. Dios." Repitió.

"Lo siento." Murmuró James, mirando a Lily. "Te juro que no fue intencional."

"Por favor, díganme que acabo de imaginar eso," dijo Sam, que parecía a punto de reír. "Porque si fue real creo que voy a ponerme a saltar junto con Bree."

"Por favor, no." Siseó Lily, que estaba entrando en pánico de sólo imaginar el escándalo que se armaría si se sabía que ella y James estaban juntos. ¿Estaban juntos? Bueno, algo así. "Luego hablamos, ¿de acuerdo?"

"¿Realmente esperas que estemos de acuerdo con eso?" Preguntó Sam. Tanto Remus como Peter se cuidaron de no intervenir, y Sirius se contuvo también, luego del fuerte pisotón de James que bien podría haberle quebrado unos cuantos dedos al moreno.

"¿No están ni un pelín emocionados?" Preguntó Bree, extrañada, mirando a los demás, hasta que cayó en la cuenta. "¡Ya lo sabían! ¡Y no me lo dijiste!" Exclamó, dándole un golpe en la cabeza a su novio con los nudillos.

"¡Ouch! ¡Me lo tenían prohibido!" Chilló indignado

"¿Quieren hacer el favor de bajar la voz?" Suplicó Lily, ligeramente amenazadora, y James resistió el impulso de pasarle el brazo por sobre los hombros. "Dije que hablamos luego."

"Aquí vienen los nuevos." Anunció James, aliviado; revelar accidentalmente que Lily por fin había aceptado salir con él no era la mejor idea para mantenerse en los mejores términos con su explosiva y vulnerable pelirroja.

"¡Son poquísimos!" Exclamó Bree, extrañada.

"Eso comentábamos hoy," Dijo Remus, mirándolos entrar y ubicarse frente al taburete. "Son muy pocos; ya son demasiados los padres que están prefiriendo no enviar a sus hijos al colegio y mantenerlos en sus casas; creen que es más seguro."

"¿Alguna vez entenderán que esos niños están muchos más seguros en Hogwarts?" Preguntó Sirius, pero nadie contestó, porque la profesora McGonagall calló a todos, depositando el viejo y remendado Sombrero Seleccionador en el taburete al frente del Gran Salón.

Entonces, se hizo silencio, y el Sombrero comenzó a cantar:

A thousand years or more ago,
when Hogwarts barely started,
when I was newly sewn,
when the founders of this school united,
back then they had a common goal,
a wish, a hope, a dream:
To make the greatest magic school
the world had ever seen.

From moor came the bold Gryffindor,
and shrewd Slytherin from fen,
from valley broad arrived sweet Hufflepuff,
and fair Ravenclaw from glen.
To educate young sorcerers
was the idea from the start,
but which wizards should they teach to?
That was the plan's weak part.

Now each of these four founders
valued different virtues:
Cunning, pure-blood wizards
ambitious Slytherin would teach,
while the sharp-minded Ravenclaw
thought the clever they should pick.
To noble Gryffindor the bravest
would always be the best,
and good Hufflepuff suggested
they should also take the rest.
A solution was soon found
when these differences came to light:
Each of the four would have a House
so they wouldn't have to fight.

But harmony wasn't eternal
and discord grew among us,
until finally the day came
when old Slytherin departed
And never since the founders four
were whittled down to three
have the Houses been united
as they once were meant to be.

Now long after the school was founded
the Hogwarts Sorting Hat's still here
But listen closely to my song
for this year I'll go further,
though I must fulfill my duty
and sort you for your values
still I worry that it's wrong,
to split us all in factions.
I know our World's at war,
I know we're all in danger
I know Hogwarts is at risk
and we must unite inside her
I have told you, I have warned you...
let the Sorting now begin.


Un inusual silencio se cernió sobre el comedor tras la canción del sombrero, roto poco después por la firme voz de la profesora McGonagall, que llamaba a "Abbleton, Lucy".

"¿Y qué le ha dado al sombrero ése por dar consejos ahora?" preguntó Sirius en voz baja, formulando la pregunta que gran parte del alumnado había pensado.

"Es un consejo adecuado." Dijo Lily, encogiéndose de hombros.

"Adecuado pero bastante imposible," replicó James. "Si pretende que nos unamos con los Mortífagos esos." Agregó, haciendo un gesto con la cabeza hacia la mesa de Slytherin.

"Slytherin y Mortífago no son sinónimos, James," lo reprendió Brianna. Lily asintió, pero Sam y Sirius hicieron muecas de incredulidad bastante parecidas.

"Incluso aunque no fuera así," cedió Sirius tras la mirada que le echó su novia "Muchos de ellos sí lo son. Así que el consejo de unirnos para defendernos de un peligro exterior nos ha llegado algo tarde. El peligro ya está dentro."

"El punto es que deben dejar de existir las rivalidades entre Casas," interrumpió Lily "El punto es que dejemos de creer que los Ravenclaw, o los Hufflepuff, o los Slytherin son nuestro enemigos. Los enemigos no son ellos, sino Voldemort y quienes lo apoyan."

"Yo no tengo ningún problema con los Ravenclaw," Dijo Sam, estableciendo lo obvio. "Ni con los Hufflepuff. Ahora, ese sombrero no puede pedirme que no tenga problema con los Slytherin."

"Eso." Afirmó Sirius, reforzando la palabra señalando a Sam con el índice, concordando con ella quizás por primera vez en siete años.

"Esa postura es completamente estúpida." Dijo Bree, enfadada, y Remus asintió, agregando:

"Es un prejuicio muy arraigado y muy injusto."

Antes de que alguien pudiera replicar, la profesora McGonagall llamó a "Perks, Jonah" a probarse el sombrero, y todos escucharon con atención cómo, luego de varios minutos de deliberación, el altísimo niño de lacio cabello negro era enviado a Ravenclaw. Sam esbozó una sonrisa torcida y aplaudió junto con los nuevos compañeros de su hermano mientras él se encaminaba a su mesa. Sus ojos se encontraron con los de Eli, que estaba felicitando al niño, y la chica no pudo evitar reír cuando su novio movió los labios de manera tal que ella pudo entenderlo perfectamente: "Tienen suerte de que los de primer año no puedan formar parte del equipo".

"De todas formas," dijo Sirius cuando otro niño pasó a probarse el sombrero. "¿Cómo sabe el viejo trasto ése qué ocurre en Hogwarts?" Remus rió un poco:

"Bueno, vive en la oficina de Dumbledore, supongo que escucha cosas."

Lily dejó de prestar atención a la conversación y miró a James, que había estado inusualmente callado.

"¿Estás bien?" preguntó en voz baja para no llamar la atención de los demás, apoyando con cuidado su mano sobre la del chico, que descansaba sobre su pierna, bajo la mesa. James levantó la cabeza algo sobresaltado y le sonrió.

"Sí, no te preocupes. Sólo estaba pensando. Estoy preocupado, ¿sabes?" Admitió, entrelazando sus dedos con los de Lily y jugueteando con ellos.

"Lo sé. Pero estamos juntos en esto." Y no le importó quién pudiera estar observando: se estiró un poquito y le dio un breve pero dulce beso en los labios.

Tan ocupados estaban todos en lo suyo que nadie notó cómo Peter, que parecía haberse ido enfermando a medida que hablaban de la Guerra, se escabullía de allí y corría hasta la Sala Común.
Soy plenamente consciente de que ninguna disculpa que pueda escribirles justifica que me haya tardado más de dos meses en volver a actualizar. También soy consciente de que es una falta de respeto para con ustedes que haya tardado tanto. Y también lo digo con completa sinceridad cuando digo que lo lamento muchísimo, más de lo que se imaginan. Pero también es cierto que no es que no actualicé porque no quise, sino porque realmente no pude hacerlo, y no por bloqueo literario, ni por falta de ganas, sino porque no tuve tiempo. Ni siquiera un poquito. Ni siquiera unas horitas para escribir un capítulo desastroso, pero un capítulo al fin. Nada. Entiendo que eso no justifica que haya hecho esperar a todos ustedes que me leen (si es que siguen allí), y que sigo siendo una autora desastrosa por haberlo hecho, pero quiero que sepan que no lo hice por gusto, sino porque a veces la vida extra-internet no me deja hacer otra cosa. Ahora tuve un par de semanas de vacaciones antes de que comience el siguiente tramo del año curricular, y me he puesto a escribir. Lo cierto es que empecé a escribirlo en la segunda semana libre que he tenido porque ciertos temitas personales me han quitado todas las ganas de escribir escenas románticas, y aunque no es excusa, quería hacerles justicia a las escenas de Lily y James, y me sentía incapaz de hacerlo bien. Finalmente me he sentado a escribir, y me ha costado volver a empezar, y bueno, esto es el resultado. No es ni por asomo el mejor capítulo que leerán, y ni siquiera pasa nada en términos de trama que justifique la enorme espera, pero si me ponía a dudar del capítulo y a editarlo todo, al final iba a temrinar sin subir nada. Por eso también dejé un capítulo tan breve, porque estoy algo oxidada para volver a empezar. Si todo sale bien, el próximo capítulo será mucho mejor, lo prometo. Pero también debo advertirles que luego de dos o tres capítulos, probablemente vuelva a tardar un tiempo en actualizar, porque este cuatrimestre tendré incluso más materias y obligaciones. Sólo quería advertirles.

Ah! Y una última cosa. Al final se encontrarán con la canción del Sombrero Seleccionador, muy pobremente escrita. En realidad, he tomado frases (y en un caso, una estrofa completa) de las tres canciones que conocemos, las he unido y reacomodado, y he agregado unos cuantos versos yo misma. Sé que es mala, y que no era necesario que figurara, pero me ha parecido que al menos una vez en los siete años tenía que aparecer. La puse en inglés, porque era doblemente difícil escribir la canción en ambos idiomas, pero quien quiera, que me lo pida en un review y le dejo la traducción literal de lo que dice!
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Comments2
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LunaIsabellaParker's avatar
como no dejartelo pasar con tanto talento que tienes? despues de la espera este cap em parecio epico... me apena mucho la pobre becca... y me retuerce bastante Peter, que claro, como todos sabemos por dnode va su historia no hay manera de cambiarlo, pero no puedo evitar enojarme con el... XD